Como lo hizo en 2002 desde el banco central, el economista enfrenta una vez más la tarea de recuperar una economía golpeada por una alta inflación y un régimen cambiario caótico.
Cuando Alfonso Prat-Gay tomó las riendas del banco central de Argentina en 2002 con apenas 37 años, la economía todavía se tambaleaba tras sufrir una debacle que había derivado en el mayor default de deuda soberana de la historia.
En casi dos años al timón del banco central, el ex estratega de divisas de JPMorgan no sólo supervisó una inmensa caída de la inflación, sino que también logró unificar el peso que había sido dividido en una serie de cuasimonedas después de que gobiernos regionales quebrados se vieron forzados a emitirlas para pagar sus cuentas.
Más de una década después, Prat-Gay una vez más se encuentra frente a la tarea de reparar una economía aquejada por la elevada inflación y un régimen cambiario caótico. En esta oportunidad lo hará como ministro de Economía, después de que lo eligió el presidente electo Mauricio Macri; y dirigirá la recuperación de la economía a partir del 10 diciembre cuando asuma.
Prat-Gay ahora enfrenta un desafío adicional: comprender la profundidad de los problemas económicos del país, dado que se desconfía ampliamente de las cifras publicadas por la agencia estatal de estadísticas.
“La verdad es un pilar que tenemos que ofrecer. Cuanto antes dejemos caer la máscara, mejor estaremos todos”, dijo Prat-Gay a Financial Times, afirmando que los problemas se deben abordar en el orden correcto. “El orden está en el centro de la cuestión”, aseguró.
La primera medida de Prat-Gay, que se describe como neokeynesiano, será eliminar los estrictos controles de capitales que rigen desde 2011 y unificar la moneda, algo que Macri prometió hacer el primer día en funciones.
Eso llevará a una devaluación de hecho, porque desaparecerá el tipo de cambio oficial de 9,6 pesos el dólar. El nuevo tipo de cambio probablemente esté más cerca de los 14,5 pesos que se aplica a ciertas operaciones del mercado de valores.
Martín Redrado, que reemplazó a Prat-Gay como presidente del banco central, dijo que el éxito de su predecesor a principios de la década de 2000 fue un “gran logro”. Pero señaló que la diferencia ahora es que el banco central necesita desesperadamente reconstruir sus reservas, que fue quemando en un intento por apuntalar el peso.
Las reservas del banco central cayeron a la mitad a menos de u$s 26.000 millones desde su renuncia en 2010, después de una pelea con el gobierno por el uso de las reservas para pagar deuda. Pero algunos economistas aseguran que las reservas líquidas son cercanas a cero.
Pese al temor a que una devaluación provoque un pico de inflación, los inversores y analistas son optimistas de que Prat-Gay tiene la capacidad para manejar la compleja transición. Después de todo, en el banco central él presidió una caída de la inflación de 40% a 5%.
“Alfonso es un pragmático, y una de las personas más inteligentes”, dijo Daniel Melhem, socio gerente de Knightsbridge Partners, una firma de inversiones en Buenos Aires. “Su desempeño en el banco central se produjo en un momento de grandes problemas económicos y, sin embargo, inmediatamente llevó estabilidad e hizo crecer las reservas”, agregó.
Quizás el mayor temor es que Prat-Gay tropiece en el despiadado mundo de la política argentina. Tuvo que enfrentar acusaciones de evasión fiscal, que luego demostró que eran falsas; y en vísperas de las elecciones circuló por YouTube un video de él criticando la debilidad de los argentinos por elegir “caudillos” de provincias rurales, por lo que lo acusaron de elitista.
“A nivel técnico e intelectual [Prat-Gay y su equipo] definitivamente tienen lo necesario esperemos que también sea así desde la perspectiva política”, aseguró Redrado recalcando que un gran desafío será la falta de una mayoría que tendrá Macri en el Congreso. “La luna de miel va a ser corta”, agregó.