El interés del Golfo por los commodities. Argentina Day

La semana pasada la visita del emir de Qatar, Tamim bin Hamad Al Thani, no sólo tuvo una alta expectativa en el Gobierno, sino también en los empresarios del país de la península arábiga, quienes analizan las alternativas de inversión que pueden realizarse en la Argentina.

Si bien no se anunciaron inversiones concretas tras el encuentro entre el presidente Mauricio Macri y Hamad Al Thani, la presencia del emir tras seis años de no recibir visitas oficiales de ese país deja entrever el creciente interés, no sólo de Qatar, sino de otros países de esa región en invertir en suelo argentino. Así lo cree Daniel Melhem, presidente del Consejo de Líderes del Golfo y América Latina (GLLC, por sus siglas en inglés), quien hace más de diez años viene trabajando en construir puentes que generen crecimiento en latinoamérica a través de inversiones y negocios con los países del Golfo.

En diálogo con LA NACION, Melhem destaca el buen clima para la concreción de esas inversiones gracias a las iniciativas del Gobierno, y explica cuáles serían los focos de inversión de acuerdo a los objetivos y perspectivas de crecimiento de países como Qatar, Arabia Saudita, Emiratos Árabes Unidos, Kuwait, Bahrein y Omán.

“En la actualidad países como Qatar o Arabia Saudita han comenzado a implementar una nueva visión que los ha convertido en líderes geoestratégicos en materia de inversión. Pensando en el momento en que el mundo deje de consumir hidrocarburos, ellos buscan fuentes de ingresos para sus poblaciones en otros sectores”, asegura Melhem.

“A la cabeza de ese cambio sustancial está la Seguridad Alimentaria. El sector agrícola-ganadero tiene gran fuerza y es una oportunidad para la Argentina. En abril del año pasado Arabia Saudita mandó una orden a sus empresas dedicadas a los alimentos a dejar de consumir agua porque las reservas de agua subterráneas se estaban secando. Allí hay reservas de petróleo a menor profundidad que reservas de agua, así que es muy barato el costo de exploración de petróleo y es mucho más caro y problemático el costo de llegar al recurso de agua. Esto pasa en todos estos países, por lo que ahora buscan salir al mundo a comprar áreas en las que pueden llegar a producir alimentos, con la idea fundamental de poder comprar y llevarlos a sus países”, dice.

En ese sentido, destaca la extensión territorial de la Argentina, que convierte al país -junto con Brasil- en “uno de los elegidos” por los países del Golfo. Este interés podría ayudar a muchas empresas argentinas -y de la región- a acceder a los fondos soberanos de los países del Golfo, con más de un trillón de dólares de inversión.

Concretamente, los inversores del Golfo se interesan en los “hard” y “soft” commodities tales como los alimentos, minería y energía renovable. La capacidad del país de producir alimentos los atrae, por lo que la compra de campos, empresas productoras de alimentos -pollos y carne vacuna, por ejemplo-, están dentro de los objetivos.

“Los inversores buscan volumen: desean realizar inversiones de no menos de USD100 millones de dólares por inversión”, destaca Melhem. “Y están fascinados con el presidente Macri”, dice.

Más allá de los commodities

Sin embargo, no sólo este sector está dentro de su foco. La búsqueda de la renta está en su radar. “Estos países en general buscan activos inmobiliarios, principalmente activos que produzcan una renta en dólares. El caso de la Argentina es peculiar. Nosotros estamos trabajando ya con firmas de Qatar en búsquedas específicas de hoteles o edificios de oficinas con renta, pero la Argentina cuenta con pocos de estos hoteles o estos activos a la venta. En general ellos cuando compran lo hacen por el 100% del activo y muchos edificios de oficinas en el país se han vendido por pisos. Es difícil lograr lo que ellos buscan en un país como la Argentina”, advierte Melhem.

“Como son inversores globales, trabajan con firmas líderes en el sector financiero e inmobiliario del mundo y comparan mucho los precios y la renta. Hoy en día un edificio de oficinas en la Argentina tiene una renta en dólares baja comparada a rentas que existen en otros países”, dice.

“Por otro lado, el mercado financiero y el mercado de deuda está desarrollado, entonces pueden comprar un edificio en Estados Unidos con 75% de deuda a tasas del 3,7% anual, y aquí una tasa del 3,7% no existe. Esto no significa que el interés que ellos tienen en la Argentina no se pueda materializar en el corto plazo. Es un camino que la Argentina va a ir caminando”, añade.

La relación comercial de los países del Golfo y la región

Existe una relación en progresivo crecimiento entre América Latina y el Golfo, enmarcadas por ejemplo en la celebración de cuatro Cumbres de Países de América del Sur - Árabes (ASPA) desde 2005 a 2015, la creación de Federación de Cámaras de Comercio Árabes Sudamericanas impulsadas por Brasil y Argentina en 2013. Los números también acompañan esta relación, con un intercambio comercial entre los países árabes y América del Sur que se ha incrementado en un 183% en una década, desde USD 17 mil millones de 2005 a los USD34 mil millones en 2014.

Y se espera que esta tendencia mejore. Qatar, por ejemplo, ya está en la Argentina. “Hay capital qatarí en el país: son accionistas de Adecoagro, una compañía agrícola y ganadera bastante importante que cotiza en la bolsa de Nueva York, que tiene grandes extensiones de tierra y una producción bastante importante de productos agrícolas y ganaderos. Qatar entonces ya realizó su primer movimiento en la Argentina, teniendo en cuenta que esta empresa también está en Uruguay y en Brasil”, dice Melhem.

“Arabia Saudita compró USD90 millones en campos en la provincia de Buenos Aires en el 2011 y el hotel Four Seasons de Buenos Aires fue vendido también en el mismo año a una inversora emiratí por USD 64 millones. No hay mucha mayor inversión de los países del Golfo en la Argentina en este momento”, agrega el presidente de GLLC.

En busca de oportunidades: Argentina Day

Uno de los claros objetivos del Gobierno es insertar a la Argentina de nuevo en el mundo, y la relación con el Golfo puede ser fructífera también para las empresas e inversores argentinos.

El Golfo ofrece ventajas tales como contar con países que ofrecen un marco de seguridad, sin restricciones de repatriación de capital, economías en crecimiento que contemplan no menos de 20 zonas francas e incentivos para inversiones extranjeras que tienen, entre otras cosas, una baja carga impositiva. Además, ofrece el acceso a un mercado de aproximadamente dos mil millones de consumidores (incluyendo India, Pakistán y Egipto), y una moderna infraestructura de puertos, aeropuertos y rutas.

Gracias a más de una década de trabajo del Consejo de Líderes del Golfo y América Latina, y al cambio de gobierno, el GLLC adelanta el Foro Argentina Da, que se realizará en Medio Oriente a mediados de noviembre.

“Argentina Day crece a partir de la necesidad de ir a buscar estos inversores, pre calificarlos, saber quiénes son, si en realidad tienen capacidad de invertir, cuál es su situación económica y financiera, capacidad técnica. Así los seleccionamos y llevamos entonces empresarios argentinos, fondos de inversión argentinos, bancos argentinos y gente del Gobierno para presentar a la Argentina en sociedad a distintos países del mundo”, dice Melhem.

“Estamos en contacto directo con varios ministerios y con la Casa Rosada. Hay un enorme interés del Gobierno en ayudar en todos los temas posibles, para que vengan inversores de calidad que ayuden a crecer al país”, agrega.

-¿Qué tan rápido llegarán las inversiones al país?, pregunta LA NACION. -En el mediano plazo se pueden materializar. Si Argentina es inteligente, enormes inversiones de todo el mundo pueden llegar. Pero las inversiones tardan, la matriz de una inversión es una matriz de mediano plazo. La mejor manera es pensarlo como una casa: tenés que conseguir un terreno, un arquitecto, los permisos, los precios, los materiales, tenés que hacer un proyecto. Y la casa no tarda menos de 2 años en ser construida. Yo creo que va a haber una explosión de inversión en la Argentina, donde de a poco se va a empezar a invertir en sectores clave para revitalizar la economía. Y así claramente llegarán los grandes fondos de inversión de Medio Oriente.

El rumor salió de los mismísimos pasillos de la Casa Rosada. La amistad entre el emir de Qatar, Tamim bin Hamad, con el tenista Gastón Gaudio fue un gigante aliciente para que el hombre cinco veces más rico que la reina Isabel II desembarcara la semana pasada en la Argentina. Nadie niega esa relación de amistad: fue incluso “el Gato” el elegido por el emir seis meses atrás para entregar el trofeo en la final del Abierto de Qatar al ganador, Novak Djokovic.

Cerca del presidente Mauricio Macri, que lo agasajó con una cena-asado en la residencia de Olivos la semana pasada, reconocen la buena sintonía entre el sheik y el tenista, pero aclaran que se trató de “la tercera visita del líder al país”. Para ellos fue impulsada por un genuino interés de invertir. Y no es poca cosa. El emir es el dueño del club de fútbol Paris Saint-Germain, del canal de televisión Al Jazeera (interesado en los derechos del fútbol), de los almacenes Harrods, del estudio cinematográfico Miramax, de Walt Disney, del 17% de Volkswagen y del 1% de la exclusiva Louis Vuitton.

La postura oficial tiene algún fundamento. A la visita del sheik se sumaron esta semana la del presidente de mexicano, Enrique Peña Nieto, y la del CEO mundial de la Alianza Renault-Nissan, Carlos Ghosn. “El país volvió a ser creíble a nivel mundial en muy poco tiempo”, afirmó el ejecutivo brasileño. Y a pesar de que ratificó las inversiones para producir tres pick-ups en Córdoba (un proyecto de US$ 600 millones) sólo anunció un incremento concreto de US$ 100 millones en nuevos desembolsos. Preocupa la inflación, clarificó el directivo.

En la Casa Rosada son optimistas con el potencial local. Un importante asesor presidencial sobre inversiones extranjeras afirmó a LA NACION que en el primer semestre del año ya hubo anuncios de desembolsos por más de 30.000 millones de dólares. “Es el doble de lo que se registró a la misma altura del año pasado”, analizó. No obstante, muchos son proyectos plurianuales e incluso anuncios ratificados para esta gestión, pero realizados durante la presidencia pasada.

Entre los números que manejan en el Gobierno, la Argentina tiene en la actualidad oportunidades de inversión extranjera directa por alrededor de US$ 170.000 millones en diferentes sectores, principalmente en energía y minería, en infraestructura y en agronegocios.

Se trata de una cifra imponente para un país que todavía está sufriendo “los últimos coletazos del sinceramiento”, como describieron la situación la semana pasada en el Ministerio de Producción tras los oscuros números de la industria y de la construcción de junio. Como a Ghosn, en el oficialismo creen que el principal obstáculo para atraer inversiones sigue siendo la elevada inflación. Aunque también hay reparos con los “vaivenes políticos” del país.

“La Argentina recibe en la actualidad entre US$ 7000 y 11.000 millones de inversiones extranjeras directas. Y en los últimos años muchas fueron obligatorias por el cepo impuesto por el anterior gobierno”, contó un asesor presidencial con fuerte influencia en el gabinete. Brasil recibe cerca de US$ 70.000 millones; México, entre 30.000 y 40.000 millones, y Chile, alrededor de 20.000 millones. “Nosotros tenemos que llegar a 2.000 millones en los próximos años, aunque es todo un proceso”, esgrimió.

Entre la inversión en energía y minería, creen que hay un potencial de US$ 20.000 millones para el petróleo y el gas no convencionales. La misma cantidad se estimó para plantas termales e hidroeléctricas, otros 15.000 millones en proyectos de energía renovable y de minería (litio, oro y potasio, principalmente). Otros US$ 6000 millones podrían ir a la petroquímica.

El país -dicen en el Gobierno- precisa inversiones por US$ 25.000 millones en rutas; US$ 20.000 millones en cloacas; US$ 15.000 millones en trenes y US$ 10.000 millones en nuevos hogares. El mejoramiento de la infraestructura para celulares llevaría unos US$ 5000 millones, y los aeropuertos y puertos, otros 7000 millones de dólares.

En agronegocios existen oportunidades de inversión por US$ 15.000 millones, principalmente en desarrollo de las tierras y sistemas de irrigación (8000 millones), de proteínas de animales (5000 millones), la industria forestal (2500 millones) y la industrialización de alimentos (500 millones de dólares). A esto se le suman otros dos sectores: la industria de bienes (autos, alimentos, electrónicos, maquinaria, industria de base y textiles) y la tecnología y servicios (con los call centers, biotecnología, farmacéutica, software, turismo, servicios para la salud y de educación), según el punteo que maneja la Casa Rosada.

“Hoy no hay una avalancha de inversiones. Pero es lógico. Primero llega la inversión financiera y después la directa”, explicó el asesor del Presidente, que agregó que el proyecto para la asociación pública privada que comenzará a discutirse en el Congreso en estas dos semanas será clave para acelerar el arribo de nuevos desembolsos desde el extranjero. “Hay todavía un riesgo alto pero en cinco años todos nuestros activos van a valer cinco veces más”, completó.

La principal ambigüedad en el exterior para hundir dinero en la Argentina tiene un nombre ya bien conocido: inflación. “Asusta más que el déficit fiscal. Es difícil planificar a largo plazo y te afecta por las fluctuaciones que tiene en el tipo de cambio, proyectó el asesor. “Sin embargo, la principal pregunta que me hacen los potenciales inversores es: ¿qué pasa en cuatro años si invierto ahora? Hoy hay una confianza en el Presidente. Pero es preciso lograr madurez política en el país. Y en eso estamos trabajando”, se esperanzó.

Por: Andrés Carrizosa